Esta es mi primera entrada de la faceta de docente, y qué mejor día que hacerlo hoy, en el día del maestro, donde recibí un montón de felicitaciones y agradecimientos de parte de mis antiguos y actuales alumnos. Palabras hermosas y de cariño hacia un trabajo que no permite que bajes los brazos ni te des por vencido, que tampoco te da muchos beneficios económicos, pero te recompensa con el reconocimiento por parte de personas a quiénes lograste guiar en un momento de sus vidas, ahí cuando más te necesitaban.
Cuando era adolescente, me pasaba los días cuestionando a mi mamá, por qué había elegido la carrera de la docencia si le daba tanto trabajo y tan poca paga, pero de repente un día me vi haciendo lo mismo que ella. Sin embargo, un día, no sé cómo, mi mamá me convenció y empecé a enseñar a los 13 años, con supervisión directa de ella, a niños en edad escolar, de 1ro. a 3ro. grado; les enseñaba matemáticas, castellano, italiano, los ayudaba a hacer la tarea, de todo un poco. Enseguida le tomé el gusto y seguí así durante toda la secundaria; inclusive iba al domicilio de mis alumnos para darles un plus, con un clase personalizada y que me permitiera un mayor ingreso por hora; incluso cerraba paquetes mensuales o quincenales, donde cobraba todo por adelantado y me aseguraba de no perder dinero si el alumno cancelaba la cita o no venía a casa.
Pero al terminar el 6to. curso me vi en la necesidad de buscar un ingreso real y fijo que me permitiera seguir la carrera universitaria que había elegido, así que no me quedó más remedio que dejar la enseñanza particular y dedicarme a trabajar, como cualquier otra persona, en una oficina con un sueldo fijo. El tiempo pasó y dejé de enseñar, mis hermanas siguieron mis pasos, y aunque muchas veces me pidieron volver, no tuve intenciones de hacerlo por mucho tiempo.
Un día, cuando terminé la carrera y vi una oportunidad de negocio, alumnos que se encontraban haciendo el trabajo profesional de grado para obtener sus títulos universitarios, tal cual lo había hecho yo el año anterior, y que necesitaban una ayuda adicional, así que me dediqué a enseñar Marketing a los alumnos de la misma Universidad donde me había recibido. Ese año tuve dos grupos, a los dos enseñé y asesoré, y me gané nuevamente el nombre de "profe".
Luego de eso, me llamaron de la Universidad y me propusieron ser Tutora del Trabajo Profesional de Grado, y a partir de ahí ya no paré; a la par me hice asistente de cátedra y luego pasé a ser Encargada de Cátedra. Y ahí me vi nuevamente envuelta en el mundo de la docencia, un mundo con sus altibajos como cualquier otro, pero con muchas satisfacciones.
Así que hoy no voy a agradecer a mis profesores, por el contrario, voy a agradecer de corazón a mis alumnos, por dejarme entrar en sus vidas y ayudarles un poquito a convertirse en excelentes profesionales. Me siento orgullosa de todos y cada uno de uds., porque sé que todos los días ponen lo máximo en todo lo que hacen y todo lo logrado hasta ahora y más, es por su dedicación y esfuerzo, y eso no tiene precio.
Los aliento a seguir adelante, a perseguir y cumplir sus sueños, y aquellos que siguen mis pasos, a mi lado, gracias por confiar en mí y por hacerme parte también de ese proceso. Gracias por todas las muestras de cariño y agradecimiento por la labor realizada, de verdad, muchas gracias.
Cariños para todos!!
pd: chicas, gracias por el encuentro, estuvo lindísimo!!!!